No todo es infidelidad 2


Hola, chicas.
Tengo el blog abandonado, lo sé.



 Pero en defensa propia puedo alegar que no es fácil ser una esposa caliente, follar con todos los tíos que se me cruzan por delante, y encima tener que mantener un blog. Una tiene un límite. 
Pero... ¡He vuelto porque quiero volver a hablaros de un tema que sé que os interesa mucho!

Sí, mucho... 






Ya estuvimos hablando en la primera entrega de "No todo es infidelidad" sobre los amplios límites que podemos explorar en el terreno del placer y nuestro propio empoderamiento, sin llegar a ser infieles a nuestras parejas. ¿O es que somos desleales a nuestros maridos por ir a la oficina sin sujetador?
Pues evidentemente no. 


Es cierto que te arriesgas a que tu jefe llegue sin previo aviso y te manosee las tetas sin más.
Pero, si lo hace, no hay ningún motivo de alarma. 
No hay indicio alguna de felonía por tu parte.  




¿Un compañero de trabajo te dice que estás muy guapa mientras de soba una teta?
No, el Apocalipsis aún no ha llegado. 
Tranqui. 


Otra situación muy común es que estés en una cena con tu marido y 
llegue tu ex y te meta mano, y te bese sin pedir permiso.
Sobre todo si le has dejado hacerlo con anterioridad. 


No te preocupes. Siempre fuiste una guarilla un pelín facilona, 
y algunos tíos se ven con la libertad de magrearte a su antojo.
Pero no pasa nada. Sé que a ti te gusta que sean así de cabrones. 
Los hombre de verdad no piden permiso, ¿eh?
 
Cabe la posibilidad de que tengas que darle a tu marido alguna 
que otra explicación convincente sobre quién es ese tío
y por qué ha tenido ese gesto tan descarado estando el presente. 
Pero bueno, en cualquier caso puedes estar segura que no has cometido 
ninguna perfidia imperdonable ni nada por el estilo. 


Lo que sí te puede pasar, si dejas que te soben las tetas los tíos todo el santo día, 
es que las glándulas mamarias se exciten sobremanera. 
😜
Así que no te asustes si te sube un poco la leche en plan lactancia. 
 La prolactina también se alboroza cuando te manosean las tetas hasta límites orgásmicos. 
Pero para nada tiene que ver con una felonía imperdonable, o sea. 


Eh, nada, está bien. Todo normal. 



Tú conciencia está en paz. 

Así que, recopilando lo que ya vimos en el anterior post, podemos resumir que una puede 
estar más cachonda que una puta con la regla y mostrarlo además en público,  
sin por eso faltarle el respeto a tu marido. 



Así que si te apetece ir con transparencias por ahí para mostrar lo buena que estás, hazlo.


Si alguna frustrada te critica, que le den. 
Si no se pone un top así, es porque sus michelines no se lo permiten. 
 Y punto. 


¿Quién de nosotras no se ha masturbado alguna vez pensando 
en esas enormes pollas negras que ves por internet? 
Una no es de piedra. 
¿Estás cometiendo un crimen por desear tener un pollón en tu vida?


Y otro tema nada criticable es lo de ir 
sin bragas por la calle y que se entere todo el mundo. 


Eso es lo que yo llamo feminismo, o sea, igualdad.
¿Cuántos tíos se ponen a mear en público y nadie los critica?
Y muchas de esas pollas no valen la pena ni para mear...
No sé si me explico.
Si tienes un coño bonito, ¿por qué no lo vas a enseñar?


Yo casi nunca llevo bragas, por ejemplo, y más de una vez me las he quitado 
delante de algún amigo de mi marido e incluso se las he regalado. 
Desde mi humilde punto de vista es un acto totalmente inocente y lícito aun estando casada. 


Por cierto, las bragas las tenía empapadas y el amigo ése me acabó calzando como a una perra, 
pero eso no viene al caso. 


Haz como yo. Ya ni me pongo bragas. ¿Para qué?
¿Para quitármelas a las primera de cambio y tenerlas siempre mojadas?
Para no parecer muy vulgar, prueba a ponerte unos pantis. 
Queda un look de oficina súper elegante. 





También es posible tener un escote, digamos, algo más natural y abierto delante de algún hombre que no sea tu marido y no por eso tener que ir a la cárcel. 


Si al tío se le pone dura no es culpa tuya, ¿no?
Es SU problema. 


Ahora vienen los tocamientos. 
¿Que alguien me diga qué problema hay en salir un día con tus amigas y magrear 
el cuerpo escultural de algún strippper masculino?


Una no toca todos los días un abdomen así de marcado. 
Pues, se aprovecha la ocasión y no pasa nada. 


Y lo creais o no, por eso no os van a quemar en la hoguera, ni vais a ir al infierno por pecadoras, 
ni os van a excomulgar por romper vuestros sagrados votos matrimoniales
No, no y no. 


Otra pregunta frecuente que me hacéis es qué pasa cuando vuestro profesor de bachata os toca en zonas íntimas u os besa suavemente en el cuello mientras estáis bailando. 


¿Soy infiel, no lo soy? ¿Soy una facilona, no lo soy?

Pito, pito, gorgorito... 


Y además, un día vino el profe a mi casa cuando no estaba mi marido y me empezó a tocar el culo... 


¿Y qué?
No hay ningún problema que te ponga las manos donde le de la gana. 
Es tu profesor de bachata, por Dios. No es tu catequista.


¿Que os habéis comido la boca? Ya.
Bueno, no por eso le faltas el respeto a tu marido. 
Estás a solas con un tío bueno, que huele a hombre y encima se mueve como la serpiente del Edén. 
¿Qué vas a hacer con él? 
¿Compartir recetas de comida? 


Madre mía, no puedes ni debes sentirte mal por eso. 


¿Que tu cuñado te ha tocado el coño por detrás durante una comida familiar?
¡Eso es lo más habitual!
Pasa en todas la familias. 



¿Hay alguna en la sala que no tenga una tensión sexual no resuelta con algún cuñado, por Dios?
Seamos serias. Tocar es un acto ilusorio. 
Un deseo proyectado en una realidad paralela. 


Nada de lo que culparte, por favor. 


Además, ¿a quién de nosotras no le gusta un tío atrevido?
Pues eso...


Mirad esta secretaria. Con la mano en la que tiene la alianza se aparta sutilmente las bragas. 
Y con la otra, guía a mi jefe hasta su coño casado.
¿Eso es ponerle los cuernos a mi marido?
No, en serio. ¿Lo es?
Pues claro que no. 


Si ya encima estás hablando con tu marido por teléfono, entonces no es más que un gesto de cortesía, abierto, sin ocultaciones y totalmente inocente. 


El móvil puede ser un aliado fantástico para ampliar los límites de la fidelidad, chicas. 


Ya lo veremos más detenidamente.
Recordadlo. 


Otra pregunta que me hace una de nuestras lectoras del blog. 

Nuria (32): "El otro día entré por equivocación en el vestuario de chicos en el Gym. Me encontré con dos negros sudados y muy musculados que se pusieron a comparar sus bíceps delante de mí. Perdí un poco la cabeza y empecé a lamerles las axilas. ¿He cometido adulterio?"



Hola, Nuria. Gracias por tu pregunta. Verás. Te envidio mucho, para empezar. Mmm. 
Supongo que lo harías antes de que se ducharan. Tienes pinta de que te ponga el sudor de los tíos.
A mí me flipa. 
Por otro lado, yo en tu lugar estaría muy tranquila con respecto a tu actitud. 
Fuiste impulsiva y te dejaste arrastrar por tus instintos más primitivos. Además, con tanta testosterona alrededor hasta la más santa se moja como una fregona. Relax. 
No has organizado ningún contubernio con esos hombres, si es lo que te preocupa. 



De hecho, si lees nuestro anterior post sobre este tema, descubrirás que puedes lamerle a los hombres cualquier parte de su cuerpo (sin metértelo demasiado en la boca) 
y aún así no estar fornicando ilegalmente. 


¿Qué y cómo chupar? Bueno, allá cada una con su criterio. 


Observemos a esta esposa, por ejemplo. 
Mientras su marido está en casa preparando la cena, 
ella le chupa los pies a su jefe...


No es que aspire a ser la esposa del año,
pero tampoco está poniéndole
 los cuernos a nadie. ¿No? 
En fin. 


Madre mía, hija. ¿El dedo del pie de un tío...? Nada, lo que tú veas. 
Pero seguro que jamás le has puesto tanto énfasis 
chupándosela a tu marido.



¡Qué barbaridad!
Como siga así vas a conseguir que el cabrón eyacule por el pie. 
Ya verás tú. 


Nada, y sigue la tía. Madre mía, qué ansias.
No está haciendo nada malo...
No me malinterpretéis. Ejem.


A ver qué nos dice otra lectora.
Patri (29): "Llevo casada dos años y de pronto siento el síndrome de la repulsión súbita por mi marido. No puedo ni darle un beso. Sin embargo, he conocido a un legionario que ha estado en la cárcel por algunos delitos criminales y me siento incontrolablemente atraída por su sudor. No puedo parar de lamerlo todo el rato. He leído un poco y parece que soy olfactofila o salofílica perdida. 
No lo tengo muy claro. Lo que no quiero ser es una puta infiel".


Saloqué??? Perdona, guapa, no te preocupes por lo de infiel en este caso. 
Lo de puta tampoco debería preocuparte. Al menos no mucho.
Eso sí, nena, algo guarra sí que eres. 


Siempre lo digo. Por favor, resperaros un poco
que parecéis perras en celo. Que se os pone un macho por delante y os descocáis. 
Un poco de control.



Pero está bien. Parecen putones desbocados, pero no lo son. No hay señales de deslealtad. 
Ni una sola. Y eso es lo importante. 
Podéis lamer todas las partes del cuerpo de otros hombres
con la conciencia muy tranquila.


Y cuando digo todas las partes, me refiero a TODAS...


Ajá. Eso incluye también 
lamerle el ano a un tío, exacto. 


Tú rebaña ahí.
Sin remordimientos.
Oh, mira la nena esta qué aplicada porfavó...


Oye, lo de la mochila es un plus... 




Sé que es algo que nos encanta hacer a muchas de nosotras. Comernos esos culos buenorros. Slap, slap.

Pues, sí, chicas. 
Está permitido...


Eso es. Lame con total tranquilidad, cariño.


Bueno, recuerda que estás a dieta, cielo.
Tampoco te pases mucho.
Pero te garantizo que no estás cometiendo ningún tipo adulterio por algo tan inocente.


A ver, nena. Ya.


Oye, para un poco, que parece que estás saboreando el néctar de la vida eterna.
Pero no pasa nada, vaya. 


A ver. Mesura. Tampoco te desvivas ahora comiendo ortos.


Madre mía. ¡Qué voracidad!


Estás descocada con el tema, ¿no?


Uff, no hay quién te pare, pedazo de puta. Estás babeando el culo de ese hijoputa
 a base de libaciones. 


Dios mío, eso es ya es un vicio bulímico.
¡Guarrilla!


Un poco de calma, que se os ve necesitadas de machos. Seguimos. Además de ensalivar todo lo que se te ocurra sin que eso suponga profanar el sagrado mandamiento del matrimonio, podemos tranquilamente tocar otras pollas sin mácula de culpabilidad. 


No temas en tocar a otros hombres. 
Es sano interactuar físicamente con extraños. 
Abre la mente y descubrirás...
lalalalala.



Arrodíllate y explora con tus manos...


Y si te ha tocado el gran premio...

¡Yupiiiiii!



Ya estamos hartas de manejar micropenes. 
Así que si te toca un pollón, no seas boba e inmortaliza el momento, nena. 


El placer al tocar una gran polla puede ser una experiencia sensorialmente gratificante. La textura suave y ligeramente rugosa de su piel al deslizar los dedos sobre ella puede ser reconfortante al tacto.
Tú disfruta sin remordimientos.


Al acariciar un pollón de verdad es cuando te das cuenta de lo pequeña que la tiene tu marido.
No cualquier especimen autodefinido como hombre lo es esencialmente. La masculindad verdadera se puede sentir a través de la firmeza de su carne, lo que transmite una sensación de poder y virilidad que no puede tener jamás tu marido.




Entonces, ¿podrías ducharte con otro tío y hacerle una paja y seguir siendo fiel?
La respuesta es sencilla: 


SÍ. 
El jabón resbaladizo, la espuma, un buen pollón. Todo súper fiel. Me encanta.


Evidentemente si podemos comerle el culo a otro tío sin sentirnos culpables, 
tocarles las pollas es como jugar a las muñecas. 
Pura inocencia.


Frotar un pollón es algo delicioso.
Al mismo tiempo, el aroma dulce y tropical que desprende al ser manipulado puede estimular los sentidos, evocando imágenes de exuberantes de paisajes tropicales y sabores jugosos y dulces.


En conjunto, estas sensaciones crean una experiencia táctil y olfativa que despierta el placer y la satisfacción en quien lo experimenta y no por eso estás cometiendo adulterio.
¿Me explico?


Con la tranquilidad de no estar poniendo en riesgo la lealtad al sagrado sacramento matrimonial, 
me gusta tomarme mi tiempo en pajear a otros tíos.


Es complicado no caer de rodillas y tragarte hasta el esófago esos rodillos de carne, lo sé, 
pero todo es cuestión de ejercitar el autocontrol.
A mí la meditación me ayuda mucho en ese sentido. 

Control. Así. No pasa nada.

Además de su agradable textura y aroma, manosear una buena polla ofrece una sensación de saciedad y satisfacción cuando se sostiene entre las palmas de las manos, transmitiendo la promesa de una deliciosa indulgencia. Al masturbar a un hombre tan bien dotado y revelar su carne suave y cremosa, el placer de una se intensifica, anticipando el sabor dulce y reconfortante que está por venir. 



Ese frotamiento, con su combinación de suavidad y firmeza, libera una explosión hormonal en el paladar, dejando una sensación de plenitud y felicidad en quien lo goza. El placer de tocar una polla nueva, y sobre todo si supera con creces a la de tu marido, es una experiencia inofensiva que evoca sensaciones inéditas y renovadas de puro deleite, transportando a la mujer casada y fiel a un momento de indulgencia y espacio propio muy necesario en un matrimonio de larga duración.
Qué formalita, mírala... 


Incluso si tocas un poco a tu hijastro, tampoco van a crucificarte.


Joder con el niñato.
No parece hijo del maricón de su padre.


Y ya puestas, ¿por qué no masturbar dos pollas a la vez?


Dos pollas, no...


¡Dos pollones preciosos!
Mmmm...
A ver, no nos volvamos locas, ni nos perdamos en los tecnicismos. Centrémonos un poquito.
 Aquí tenemos que contar con la colaboración de los hombres a quien pajeamos. ¿De acuerdo?
 Ellos tienen que comprender que no queremos ir más allá 
y que somos mujeres casadas y fíeles a nuestros maridos.
¿No sé si me explico?


Que te comas los abdominales de un negro mientras le manoseas la polla, 
no significa que quieras tener sexo con él. Y eso lo tiene que comprender la otra parte.
Es evidente.


Es posible que algunos tíos eyaculen de buenas a primeras. 
Es normal. Eso es un problema de ellos. No nuestro.
Claro, tampoco tenemos que provocar que se corran deliberadamente.


Tranquila, nena, que se lo estás drenando...


Si se corren, hagamos como esta colegiala a su profesor. 
Procuremos que el semen no nos salpique de un modo indecente.


Esta juventud está cada día más preparada.
¿Veis?


Si es un tío duro de pelar, tampoco insistamos en verlo estallar ordeñando el manubrio
 hasta provocarnos una distensión en el brazo.


Es poco elegante y podríamos dar una imagen errónea de nuestras ingenuas intenciones.


Somos zorras, digo, animales sociales. 
Necesitamos de otras pollas para conocernos mejor a nosotras mismas. Por eso sé que se nos hace la boca agua cuando tenemos entre manos un buen ejemplar.


¡Pues atentas!
¡En nuestro siguiente post averiguaremos que incluso es posible lamer otras pollas 
y seguir siendo una esposa honrada!
Lo que estáis leyendo.
A ver. No todo el monte es orégano... 
Aquí tenemos que tomar
algunas precauciones importantes, pero eso será en la próxima ocasión...




Comentarios

Entradas populares