Machos irresistibles


No hay nada que me ponga más cachonda que un hombre que sepa manejar herramientas pesadas con el torso pringoso y sudado por culpa de trabajar muy, muy duro durante largas horas bajo el sol. 



Ya sé que siempre digo que lo que más me gusta en un hombre es su inteligencia, que me haga reír, 
que sea buena persona y cariñoso conmigo. 
Y es verdad en parte. No sé, mi marido es así y tal.
Pero... 


Un tío así, rudo, fuerte, seguro de sí mismo, hasta cierto punto insensible, capaz de talar un árbol con sus propias manos y de proteger a su hembra, me despierta 
un burbujeo genético digamos que primitivo. 


Y es que pierdo un poco los papeles con un hombre de pectorales duros como el acero, cubiertos por un vello varonil, que sude con facilidad, 
y que ese sudor perle su abdomen marcado y tenso para mi deleite. 


Mi marido no sabe arreglar nada. Siempre llama a algún profesional para que lo haga por él. 
Y claro, mi desbordada imaginación me lleva a imaginarlo llamando a un hombre de verdad para que  satisfaga mis más sucias fantasías 
que él es incapaz de cumplir desde la debilidad de su naturaleza aburguesada. 
Tal vez por eso me quedo impresionada cuando veo a un mecánico cubierto de aceite, solucionando cualquier avería con sus curtidas manos. Penetrando con sus dedos los recovecos de la amortiguación, manipulando diestramente la bomba de aire y apretando con fuerza inclemente las gruesas tuercas que se rinden ante tanto vigor. Me siento más femenina al estar cerca de un varón así. Más indefensa, más aprendiz. Y eso me pone loca.  
Es como si el me pudiera enseñar cosas que yo no sé. Ajá. 


En mi fantasía, y ya con mi dignidad olvidada, me imagino 
limpiándole ese torso sudado y aceitoso con mi lengua ansiosa. 
Entregándome a lametazos a un tío para el que no soy más que una putita cachonda más, desesperada por admirar las dotes masculinas de un macho. Allí, rendida y servicial, y agradecida por poder explorar la geografía de una desarrollada virilidad.


Me derrito de vicio imaginando contrastes. 
Me explico. 
Él, insolente, fortachón, velludo, muy macho. 
Y yo vestida como una colegiala pija y mimada que nunca ha dejado de vivir 
en el mundo de princesas que su papi le prometió de niña. 
Ya me entienden. 




Y él llega y me pone en mi sitio con su grandes manos expertas. 
Me destrona y dejo de ser la niña de papá, bajo de categoría de un plumazo. 
De princesa a puta, a puta muy barata. 


Cuánta más sucio y pringoso es el tío, más emperifollada me imagino yo. 
Él con un torso inabarcable rezumando testosterona por cada poro de su sucia piel y
y yo con un minivestido "rosa rubor", medias de color beige dore y taconazos elegantes.
Lista para que me arruine enterita con su brutalidad incontrolada y animal. 




Y lo más importante. Que esté bien dotado y muy erecto y durante todo el tiempo que yo necesite. 
Estoy tan harta de la flacidez emocional de mi marido y he llegado a la convicción 
de que mi felicidad tiene forma de una polla grande y con una erección inquebrantable.
Una polla tiesa donde agarrarme. 


Ay, Dios mío. ¿Qué va a hacer usted con esas herramientas tan grandes?
Yo soy sólo una nena que necesita que la empotren en volandas. 



Madre mía. 


Esas manos negras manchándome las pantimedias blancas de microfibras superdelicadas. 



Seguro que me dejaría hecha un desastre. 


Un macho acostumbrado a manejar pesos industriales como si tal cosa. 
Siempre tratando con hormigón e inmensas barras de cobre super pesadas...


...yo no sería más que una frágil y suave pluma con la que haría lo que quisiera sin el menor esfuerzo. 


Y eso me pone como perra de en celo. 


Me abandonaría a lamerle esos pezones duros a riesgo 
de probar el sabor del sudor de todo un día de trabajo duro. 


Intentando no mojar demasiado mis pantis de fantasia tipo lolita. 




Joder, qué varón. 


Es que me siento tan indefensa que me tiembla el cérvix uterino. 


Ay, qué fuerte. Yo quiero abrazar un torso así. 


Ay, déjame que te lama estos pectorales un poco más. 
Y un mordisquito, uff. 



Mira cómo se me incrementa la salivación. 
Como una tontita babeando. 



Y ya mi coño ni te digo. 
Tan desesperado por aventuras. 


Ay, Dios, si es capaz de taladrar el hormigón con tan poca piedad, con ese ímpetu inmisericorde...




...¿qué no podría hacer con mi necesitado coñito desesperado...?
Por favoooor...
Ay, sí, ay, qué bien perforas, joder...


Horadando sin preguntar si puede hacerlo. Lo hace y punto. 
 Él penetra todo lo que ve porque es su naturaleza...


Insolente, arrogante, implacable..
Esos brazos musculosos, esas venas dilatadas, cogiéndome como a su presa indefensa, 
víctima de sus incansables embistes de follador experto y despiadado. 


¡Qué hijo de la gran puta!
¡Mira cómo me tienes!

Un hombre así de curtido, tan avezado y fornido como un roble podría alborozar de satisfacción un coñito tan tierno y sensible como el que tengo aquí nerviosito por que lo desfonden de una vez. 





Podría alzarme como si nada. 
Gobernarme a su antojo. 



Cualquier día me siento delante de una obra a masturbarme 
mientras observo a esos sementales de trabajar. 



Joder, con esos músculos oblicuos marcando el camino 
hacia el embutido de carne que tanto necesito dentro de mí. 


Seguro que es enorme y gorda, como una de esas sucias mangueras que tienes tiradas en el suelo.
¿Me vas a poner perdida con esa manguera tuya?


Qué empeño pone ese maromo cavando. 


Seguro que con esas manazas podrías llegar a sacarme un manantial de mi coño palpitante. 


Maltrata mi coño, por favor, sí. 
Eres un verraco impetuoso y sin respeto por mí. 
Me vas a destrozar, ¿verdad que sí?
No serás tan considerado como mi débil esposo cornudo...




Ay, joder. ¿Me vas a poner una multa por ser demasiado puta, agente?
¿Qué bueno estás, hostia?


¿Cómo dice, agente?
¿Que donde tengo las bragas?
Se me han caído al verte, por Dios. 


Y meterme entre esos tíos vestida con mini, medias y tacones y decirles, así sin más, que estoy muy necesitada de unos hombres de verdad, 
que mi marido no me folla debidamente y que estoy desesperada por que me aprieten los meados. 


Uff, sí. Me romperían entre todos. Uno empujando por detrás mientras los otros se turnan para callarme la boquita con sus gordas y sudadas pollas sin circuncidar. 


Ay, sería como un juguete entre tantas bestias. 


Ups, que pierdon los papeles del todo y soy una mujer casada, ejem. 



Ay, no aguanto esto. Mira cómo trabaja ese chulazo. 
¡Qué brío! Si me arrancara las bragas como a esa broca me meaba encima, vaya. 


Ay, qué vergüenza. Perdón. 
Qué tonta...


Y ya cuando veo un manitas tendido horizontalmente arreglando cosas es que apenas puedo contener emputecerme hasta límites imprudentes. 


Míralo ahí tendido sin camiseta, marcando paquete. 
Arreglando lo que mi marido lleva meses intentando arreglar sin éxito...
Y yo sin poder sentarme encima y correrme cómo me merezco. 
Jodeeerrrr...


Ay, se ha dejado abierto un botón a propósito, o es que la tiene tan grande el pobrecito que le duele con la presión de sus ajustados vaqueros. 
Es tan grande, claro, que amenaza con estallar el pantalón...


Él no tiene la culpa de tenerla tan inmensa. 
¿Qué va hacer si la naturaleza lo ha dotado de un manubrio incomensurable?

Mierda... Que me corro a chorros. Que puta soy. Ay, Dios. 


No puedo más. 
Lo siento. Pero me merezco una polla así para mí solita alguna vez. 
Digo yo, vaya. 


¿Qué va a romper ahora, machote?

Rómpeme a mí por detrás...



Fóllame con la misma furia con la que cortas la leña, hombretón...


Yo me vestiré de princesa para ti. 


Para que me corrompas junto a tus amigos albañiles...



¿Me dejas que te observe trabajar vestida en ropa interior, sí?
¿Me dejas, por favor?
Tú haz los agujeros que tengas que hacer y pásale luego la factura a mi marido. 




Todos los agujeros que tengas que perforar, te lo ruego. 


Uy, mira el tío meando. 
¡Qué culazo tiene!
Por un culo así haría una locura... 





Lo que jamás he hecho. 
Perdería la dignidad por completo por un culo así. 


Le lamería los esfínteres hasta dejarlos bien babeados. 

Mmmm...


Yo te lamo el culo y luego me empotras contra la pared, por favor. 



Así vestida, sí. 
Una nena de mierda que vas a enviciar. 


Puedo llegar a oler ese exceso de testosterona. 


Se me hace la boquita agua.


Ay, madre mía. Qué fuerte y duro todo. 
Esas pesas tienen que pesar mucho, ¿verdad?
Qué vigoroso, por el amor de Dios. 


¿Tienes los músculos hipertrofiados de tanto ejercicio?
Deja que te los mame, digo, relaje un poco. 


Que muchacho más hercúleo. Santísmo cielo. 


Sí, sí, úsame, úsame como a un consolador. 


Dime que soy tu puta, por favor. 





Mira qué machote. Viene dispuesto a destrozar cualquier cosa que se le ponga por delante. 


Ven y destroza esto, hijoputa. 



Tienes pinta de eser un tío que consigue todo lo que se propone. 





No pides nunca permiso, y menos perdón. 

Me la metes en la boca y punto. 

A chupar que es para lo que sirvo, joder. 



A dejárte tu precioso pollón limpio 
después de estar manejando todas esas herramientas tan pesadas. 
Mmm, me encanta el sabor salado del sudor masculino en una polla.


Estaría lamiendo una polla así todo el santo día. 

Sin prisas, deleitándome en cada pliegue, en cada vena hinchada, en todo ese abrupto relieve erecto.




Y luego, cuando la estuvieras bien babeada, me dedicaría a lamer el sudor de tus cojones. 


Esos huevos gordos y aceitosos de estar soportando tanta carga y esfuerzo. 

Aquí esta la nena putita para lamerlos a conciencia. 



Rigurosamente...


Fóllame. 
Fóllame. 


    

Fóllame. 
Estos brazos podrían partirme por la mitad.
Estos bíceps son como rocas, Dios.  
Sí...


Vamos a ducharnos mientras mi marido nos prepara el desayuno. 





Vamos a despertar a mi marido a gritos...


Vamos a pedirle a mi marido que nos pague una habitación de hotel...


Fóllame como nunca me han follado. 


Y... 
Pero...
¿Qué haces?
Me has llenado la boca de su semen...




Ay, mi marido siempre ha querido correrse en mi boca y jamás se lo he permitido...


Y tú te corres donde te da la gana...


Sin avisar. 


Marcas tu territorio y punto. 


Y ahora soy tuya porque me has corrompido para siempre. 


Corrómpeme la cara, por lo que más quieras. 




Me encanta que me humilles. 


Me alimentaría de tu semen exclusivamente si me lo ordenaras. 




Ahh, acataría cualquier orden dada por ti. 

Joder, que me vengo...




Soy tu perrita fiel. 

Síiiiiii...


Te chuparía entero.


Arruina mi boca cuando quieras.






Dime que soy tu puta mientras me destrozas el maquillaje...


Estás buenísimo, macho irresistible. 

 

Y ahora que me bese mi marido. 






Comentarios

Entradas populares